Cruce de culturas, Las Palmas de Gran Canaria es una ciudad que a lo largo de su historia ha permanecido abierta y permeable a las influencias externas. Y sin embargo, como la mayor urbe de Canarias, también ha mantenido su propia visión de las tradiciones isleñas. Un tipismo que fue revisado a comienzos del siglo XX por el artista modernista Néstor Martín-Fernández de la Torre, precisamente bajo el foco de un destino turístico receptor de otras culturas.
La idea de Néstor, impulsada junto a su hermano, el arquitecto Miguel Martín-Fernández de la Torre, cobró fuerza y forma en un entorno céntrico en Las Palmas de Gran Canaria. El Parque Doramas es la sede del emblemático Hotel Santa Catalina y el Pueblo Canario, además del Museo Néstor: hoy, en este enclave se culmina un intenso y amplio proceso de recuperación y rehabilitación de todo el complejo arquitectónico. El llamado estilo neocanario se revitaliza así en pleno siglo XXI, para dejar constancia del legado y herencia cultural de la ciudad.
Las Palmas de Gran Canaria ha activado en los últimos años un ambicioso recorrido de reformas concebidas para actualizar estos emplazamientos, manteniendo la esencia original bajo la que se alumbraron. Influenciado por el pintor Néstor, su hermano Miguel ya asumió el encargo de diseñar la reconstrucción del Hotel Santa Catalina a comienzos del siglo XX. Un establecimiento de lujo inaugurado en 1890, bajo una fuerte influencia británica (deudora de la actividad empresarial y comercial en el Puerto de Las Palmas).
El ayuntamiento de la capital adjudicó en 2017 la renovación y explotación del icónico hotel al grupo Barceló, que ultima en estas fechas la finalización de las obras y su reapertura, bajo la marca Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel. Será el hotel de cinco estrellas por excelencia de Las Palmas de Gran Canaria, en pleno corazón del Doramas, luciendo con más brillo si cabe su singular estilo neocanario en sus fachadas. Balcones, arcos y disposición revelan la inspiración de los hermanos Martín-Fernández de la Torre a la hora de imaginar un establecimiento acogedor para el visitante y deudor de la tradición isleña.
Doramas, corazón verde de Ciudad Jardín
El Santa Catalina se ubica en pleno corazón del Parque Doramas, bautizado así en recuerdo de un célebre caudillo aborigen del siglo XV: un resistente ante la invasión castellana, fiero guayre (noble y capitán) que perdió su vida combatiendo contra el invasor. El origen del parque se remonta a la década de los años veinte del pasado siglo, y su diseño también corresponde a Miguel Martín-Fernández de la Torre. El arquitecto ejecutó el encargo municipal de reordenar el entorno urbano del barrio inglés de Ciudad Jardín.
En la actualidad el Doramas destaca por su vegetación o sus esculturas. Entre ellas, el monumento Atis Tirma, obra de 1981 firmada por Manuel Bethencourt Santana, en cuya placa se puede leer un texto que rememora uno de los relatos más célebres sobre la época de la conquista: "Cuando el valeroso canario Tasarte observó que la mayor parte de los suyos seguía el dictamen de un cobarde... arrebatado de dolor y de frenesí corrió al borde del celebre risco Tirma y clamando ¡Atis Tirma! se precipitó al mar" (Viera y Clavijo).
Otros elementos llamativos del Doramas son sus fuentes, rehabilitadas desde 2018 por el Ayuntamiento de la ciudad, y con una novedosa iluminación que refuerzan el atractivo nocturno del parque. También resalta su estanque con cascada, hogar habitual de los cisnes. Desde hace años, este jardín en pleno corazón de la ciudad es el lugar escogido por muchas parejas de novios para inmortalizar las fotos de su boda. En los últimos tiempos también ha destacado, con su pequeño anfiteatro, como un emplazamiento muy concurrido en los conciertos programados por la ciudad, tanto de artistas contemporáneos como de grupos folklóricos.
El Pueblo Canario y su Bodegón
Igualmente en pleno Doramas, junto al Hotel Santa Catalina, se levanta el Pueblo Canario. El complejo arquitectónico es quizás el mayor ejemplo de la arquitectura neocanaria concebida por los hermanos Martín-Fernández de la Torre. Néstor ya plasmó su idea en sus acuarela en 1937 (un año antes de su fallecimiento), con su inconfundible trazo modernista. En esa misma fecha Miguel se hacía cargo de la encomienda municipal, cuya puesta en marcha estuvo dificultada por las penurias económicas de la Guerra Civil española.
El entorno dibuja un pequeño pueblo típico reformulado en su estática y funcionalidad. Con Ermita, floristerías, un salón de los pájaros y un llamativo Bodegón, junto a una pinacoteca reubicada y reconvertida con los años en el Museo Néstor, dedicado a la obra y memoria del artista (en la actualidad cerrado hasta la reapertura tras las reformas en el entorno). El Pueblo Canario abrió como tal en 1956 y desde entonces se convirtió en una referencia para la sociedad isleña, hasta que el paso del tiempo obligó a su rehabilitación.
Ha sido también la sociedad municipal Hotel Santa Catalina, junto a los servicios municipales quienes han impulsado la reactivación de este espacio. La gestión de su Bodegón, de hecho, ya ha sido adjudicada a la firma Altamar Hotel & Resorts, que en próximas fechas procederá a su reapertura. La ciudad recupera así un lugar de encuentro para locales y turistas, enclave habitual de actuaciones folklóricas y actos culturales.
El Bodegón del Pueblo Canario, de hecho, ha ampliado sus prestaciones con la rehabilitación, conservando siempre la esencia de Néstor. Su singular arquitectura luce desde los espacios abiertos, como las terrazas del remozado restaurante. Y su encanto neocanario invita sin duda a los viajeros a descubrir cómo el mayor destino urbano del Archipiélago se ha preocupado por mantener el atractivo de un particular tipismo. Desde este otoño estas joyas arquitectónicas se convertirán, otra vez, en un imprescindible para el visitante de Las Palmas de Gran Canaria.