Entre abril y octubre es la época de “los vientos alisios” en el norte de las Islas Canarias. El viento atlántico, fresco y constante, responsable de mantener una temperatura suave, alejada de las altas y sofocantes temperaturas del verano.

Esta singularidad atmosférica supone en Las Palmas de Gran Canaria la garantía de pasar un verano a 22º y asegurar las condiciones idóneas para una de las competiciones de vela tradicional más singulares del mundo: la vela latina canaria. Un deporte autóctono de la capital canaria cuya embarcación, única, se caracteriza por la gran dimensión de su vela en relación al tamaño del casco.

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La temporada de regatas es amplia y está supeditada a la llegada de los vientos alisios. De abril a septiembre los botes ocupan el litoral de la capital grancanaria, convirtiendo la costa en todo un espectáculo. Las regatas o pegas se celebran en estos meses todos los fines de semana, sábados por la tarde o domingo por la mañana, en el valorado campo de regatas de la ciudad. En total unas 6 millas de mar abierto entre la zona de La Laja y la marina de la capital grancanaria.

Después de más de 100 años de regatas los botes de madera mantienen su original forma de navegar, de sur a norte, contra el viento, en “ceñida” o “bolina” (en un ángulo de 45 grados en relación con la dirección del viento). Ver como los botes luchan contra el viento es todo un espectáculo.

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El bote, una proeza de arquitectura naval

Los denominados botes de vela latina son una auténtica proeza de arquitectura naval. Con 6,55 metros de eslora y 2,37 metros de manga, su mayor singularidad viene dada por el tamaño de la única vela, que oscila entre los 12 y 13,5 metros de altura. Aquí reside la dificultad y la espectacularidad de gobernar estas embarcaciones. Las maniobras tienen que ser de una precisión milimétrica y el peso de los tripulantes -un mínimo de 8 y un máximo de 13- debe que controlarse al gramo.

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Cada bote lleva un mínimo de 8 tripulantes, y un máximo de 13, pero suelen ir entre 10 y 11 tripulantes. Cada uno de ellos tiene una función específica y está incluido el patrón.

Los barquillos maniobran con las argucias de las tripulaciones, que mantienen la navegación de los botes a base de fuertes contrapesos, en competiciones ampliamente seguidas por el público a lo largo de la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria.

Seguir las regatas de Vela Latina es una experiencia diferente y muy recomendable. La jornada puede comenzar unas horas antes de la salida de cada regata en el Muelle Deportivo donde se encuentra las instalaciones de esta modalidad deportiva y la dársena de los enormes botes. Allí bulle el ambiente con las tripulaciones preparando las embarcaciones. Del muelle deportivo parte una guagua gratuita (bus transporte público) para el público que quiera vivir la experiencia de seguir la regata desde su inicio. La guagua sigue la pega desde el litoral haciendo uso de diferentes paradas para que los aficionados puedan descender y seguir el recorrido de los botes. El itinerario del servicio especial de Vela Latina finaliza en el interior del Muelle Deportivo, lugar donde concluye la prueba y los botes tienen su sede.

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Un poco de historia

Los comienzos de esta disciplina deportiva están en la capital grancanaria, vinculados al nacimiento del Puerto de Las Palmas en 1.883. Una época en la que llegaban muchos barcos a la ciudad, por lo que se empezaron a utilizar pequeños barcos a remo y a vela para facilitar el acceso a la costa isleña, tanto de pasajeros como de mercancías de los barcos fondeados en la bahía.

Estas embarcaciones se retaban realizando pequeñas regatas, lo que dio lugar al nacimiento de este deporte como forma de demostrar y medir la habilidad con el oponente con el objetivo de hacer el recorrido invirtiendo el menor tiempo posible.